Las ganas de disfrutar las coordenadas políticas de estos días, que son al mismo tiempo la poesía existencial del tiempo mismo. Unas pocas coordenadas, suficientes:
La carne de los logros: el cuerpo y los cuerpos puestos en marchas, coaliciones, proyectos, minorías activas, celosos guardadores de lo que debía perdurar hasta que llegara el momento, dolores hechos sed de justicia, búsqueda de verdad, aguerridas vocaciones de paz, lealtades anónimas, fieles caminos de militancia, reflexión, entramados, creatividad organizativa, audacias colectivas.
El desfasaje constitutivo de la política: tiempo desgarrado por la dinámica de la promesa; sujetos que supieron ver horizontes prometidos, y que lucharon vivieron y murieron sin ver estos logros, pero habiéndolos saboreado en su afán. Nosotros mismos invitados a asumir ese desfasaje, con esta ventaja de asomarnos a ver los cumplimientos: pero seguir apostando más allá de lo inmediato, dejarse desfasar por la promesa. Ser una generación: asumir las siguientes.
Las orillas de la arena política, a las que se han arrimado tantos en este tiempo, arena que hay que seguir ampliando, llenando de bienvenidas y animando en conflictos fecundos, en la asunción de los limites, en el trabajo que se supera en lo sub-optimo.
Las firmes dimensiones de este proceso de inclusión en curso, que sin embargo se nos escapan de las manos en su trascendencia: el significado de una noteebook donde nunca hubo, una jubilación, conocer de nuevo ese ritmo que se llamaba "fin de mes".
El alivio fundamental, ese apenas respiro con el que se ha hecho tanto. La racha de epifanías, y los muchos velos que siguen cayendo. La esperanza estratégica: esa respiración compartida con la que se vuelve a levantar cabeza, ya no para pensar salvarse, sino para sobreconvivir.
Las vueltas a creer, a llorar, a confiar y a pelearla, el regreso de una alegría en unos términos tales que no es regreso, sino sonrisa misma de los que están viniendo al tiempo, y la historia que invita a seguir.
Sobre todo, los que vienen: intactos, radiantes, asomando algo traído del futuro.
La linda dialéctica del gracias y la fuerza, que desconcierta a los tibios y a los seguros y sostiene a los que construyen, hace retroceder el miedo.
Sigue una saga de bienvenidas, y la mesa esta puesta para todos.
Salud.
Por lo que viene, lo que falta, lo que queda por hacer.
Nestor Borri,
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