lunes, 18 de abril de 2011

Tapa revista

Editorial


Muchos se preguntan sobre la implicancia del pasado en nuestro presente… y que ya basta de eso,… que hay que mirar para adelante,… y como algún conocido periodista que plantea que: está harto de los 70. La cosa es, que si, no se hace justicia y se hace memoria, es imposible recuperar nuestra identidad, ya que el pasado, es el futuro, en nuestro presente, muy presente. Y los pibes con hambre y las familias sin casas, los pueblos originarios sin tierras, las escuelas sin escuela y así miles de situaciones que hacen a lo mismo, la injusticia. Esa injusticia que se asoma, por las cárceles del tiempo y van evaporando vidas y haciendo polvo la humanidad misma. Los encantadores de serpientes que despiertan y quieren acunar al pueblo, en que todo es un mal recuerdo y que las culpas y las cargas, estaban en una guerra. Que todos sepamos en una guerra no se roban bebes y no se afanan los libros, ni la guita del otro, no se arman inmobiliarias con los muertos y los torturados, no se hace un partido seudo-político con detenidos desaparecidos y no se mata madres y monjas y curas y obreros y estudiantes y amas de casa y profesores y científicos y escritores y tantos y tantas como 30.000.

Entonces: la justicia viene del fondo de la miseria, para hacerse parte de un tiempo, que como todos sabemos, los crímenes de lesa humanidad, no prescriben, ni caducan sobre todo en un genocidio. Por eso la alegría y la esperanza del pueblo es la que marca el camino hacia un futuro sin chacales y con justicia social. Un pueblo sin Pattis, sin Masseras, sin Videlas, sin Camps, sin Echecolast, sin señores de la muerte.

Juicio y castigo a los genocidas y cárcel común.

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza Asociación Civil El Coihue

Contactos: el_coihue@yahoo.com.ar / apedehache@yahoo.com.ar

Blog: www.identidadel coihue.blogspot.com

Teléfonos: 4482-6500 / 15-5022-5434 / 15-5661-7198

Escuela de Fútbol” Los Halcones”

La escuela de futbol en el barrio La Reserva impulsada por Hugo y Osvaldo viene dando pasos y gambetas para llegar al gol, que los pibes sean felices.

La idea y el principio del proyecto.

Desde el mes de Junio de 2010, se comienzan a juntar en el predio de YPF, los niños junto a los referentes del proyecto y van constituyendo un espacio de cuidado y aprendizaje, por medio de la práctica del fútbol. Hugo ex jugador profesional dice “tuvimos que enseñarles hasta como era una pelota”, esto muestra a las claras, la fuerte desafiliación social, en cuanto al no cumplimiento del derecho al esparcimiento y al acceso al conocimiento de la práctica de un deporte, que deberían tener los niños.

Es casi imposible pensar en ese aspecto, pero la realidad deja a las claras la necesidad de recuperar las instancias comunitarias, para posibilitar el desarrollo de los niños en un ámbito de respeto y de afecto, que se oriente en los términos de la socialización y el reconocimiento de que somos una comunidad.

En ese sentido el fútbol tiene esa intencionalidad, la de hacernos parte de un juego colectivo donde son tan importantes: el individuo, como el equipo, para el logro y superaciones de los obstáculos en la sociedad.

Por ello es imprescindible, la manera en la que los docentes o adultos tomen esa responsabilidad de transmitir, responsablemente el afecto y la contención de los niños, acercando de esta manera a la familia, y volver a compartir lo comunitario como instancia de construcción de nuevas identidades sociales.

Otro aspecto relevante del fútbol es la necesaria articulación entre el derecho a la salud, el derecho a la alimentación, el derechos a una familia, el derecho a la educación y por ende un mundo con valores y normas tanto en el cuidado propio, como de mi prójimo, que es mi hermano.

En cuanto a estos derechos consagrados en la Constitución Nacional, leyes nacionales y provinciales acerca de los derechos de los niños, cabe destacar la necesidad de hacerlos cumplir ya que el futuro es hoy, y si queremos un país mejor, debemos comenzar hoy.

Las políticas públicas

Las políticas públicas desde
experiencia política de las mayorías:

Implicación, acción, creación

La experiencia política de los sectores populares y las políticas públicas

Para pensar la política pública en clave de felicidad hay que tener presente que, en este país, y en esta historia nuestra, la felicidad colectiva estuvo hecha, histórica y básicamente, de dos materiales: trabajo y Estado. Lo que hay que pensar es cómo históricamente los sectores populares, las mayorías en Argentina, se constituyeron, se movilizaron, se activaron en términos de reivindicaciones y también de propuestas y de decisiones para imaginar que podían hacer y disputar su felicidad colectiva, en torno a estas dos cuestiones. Entonces, la capacidad de movilización de los sectores populares aparece en el lugar de, o en todo caso en tensión con las decisiones “meramente” técnicas. En el momento en que pasamos de pensar de derechos y reivindicaciones a concreciones políticas tenemos que pensar en movilización. Pensemos en la movilización clásica, callejera –la más habitual– y las movilizaciones extraordinarias –como podría ser el 17 de octubre del ’45–. Pero también pensemos en otra manera más compleja. Pensemos de dónde parten esas movilizaciones y a dónde llegan. O sea: el movimiento sigue después de la plaza y viene de antes. Y pensamos las múltiples movilizaciones, todo lo que se mueve, se lleva y se trae, como demanda, como pregunta, como reclamo, como propuesta, como fuerza puesta en diferentes espacios, con variadas estrategias, con escalas diversas; para ir constituyendo una idea legítima de felicidad, y las posibilidad de disputar los recursos materiales y simbólicos que la sostienen. Hay una cosa más para agregar. Porque esto que es la historia de nuestro país, puede ser también un mapa, un esquema en el cual leer la política pública. Desde la perspectiva de la acción es interesante ver que la política pública no es una cosa donde los actores que “ya están” definidos y constituidos, van y demandan. Por el contrario, ver cómo, en el seno de las políticas públicas, se generan esas cosas, los modos de demandarla pero, además, los mismos actores se constituyen en tanto tales... No se trata solamente de que en la política pública se asignen recursos, sino que cuando estos se asignan, se generan actores que a su vez los redefinen. Entonces, nos preguntarnos: ¿en qué medida las políticas públicas de hoy generan actores con capacidad de disputa, de encaminar, de desbalancear los rumbos del país? ¿Para qué plantearnos estas preguntas? Para salir de un esquema que es interesante pero puede ser tramposo: en general, se nos dice que lo que la sociedad debe hacer es “incidir en las políticas públicas”… ¿Cuál es el problema de la incidencia? Primero, que justamente, define la dinámica como una cuestión incidental o acota los procesos a una idea deshistorizada de las demandas. Pero algo más peligroso que funciona en la propuesta de “incidencia” –tan cara a ONGs, a ciertos sectores de la academia y, en fin, al mercado– es que, sutil pero contundentemente, plantea una exterioridad de los actores respecto a la política. Desdibuja la posibilidad de involucrarse. En contraste, lo que proponemos es la idea de implicación en políticas públicas: la idea de estar y reconocerse adentro, de ser protagonistas de las mismas.

Junto con “incidencia”, la fórmula, completa suele ser más o menos así: “Para tener política pública participativa hay que generar incidencia. Y para generar incidencia hay que tener una ciudadanía activa.” Lo interesante, y desafiante, es que acá también, en esta definición tan “amigable” de ciudadano activo, se repite algo de la exterioridad del sujeto y de la política: ser ciudadano activo es siempre ser el ciudadano que demanda al Estado desde fuera y, casi siempre, viéndolo como enemigo o, en el mejor de los casos, como un obstáculo a su realización. Desde afuera, y en lo posible, en contra. Lo interesante es que esos sujetos que hicieron del 17 de octubre su legado, decidieron que no iban a ser ciudadanos políticamente activos, sino que iban a ejercer la ciudadanía política pasiva que es ser sujetos políticos y conducir el Estado, ser elegidos por otros. Asumir la conducción del Estado e involucrarse en la conducción del conjunto de la sociedad desde un movimiento político es un modo radicalmente diferente de comprender la dinámica, donde, si acaso podemos seguir hablando de incidencia –quizás se puede– se hace en términos totalmente diferentes. Y aquí vuelve a ser interesante pensar la política pública desde nuestras zapatillas, pero vislumbrar ahora dónde nos van a llevar estas zapatillas de acá a unos años. A nosotros mismos y a otros compañeros nuestros, a grandes sectores sociales que se reencuentran, desde diferentes lugares, con el Estado desde otra posición que no es la de enemigo, y desde otro lugar que no es el de la “exterioridad”. Ni siquiera desde la “demanda”, sino desde la creación. Y así, plantear una manera de reivindicar, de demandar, de actuar, donde el Estado no esta “del otro lado”. No sólo porque no lo vemos como obstáculo o enemigo, sino porque los “lados”, las líneas demarcatorias que nos importan, son otras. Asumir no una “incidencia” sino también y sobre todo la posibilidad, la oportunidad, el desafío y la exigencia de hacer las políticas públicas, por lo tanto politizarse y, muy específicamente, conducir el Estado. Un Estado que además hay que reconstruir y en muchos casos volver a plantear casi desde cero. ¿Qué significa? ¿Qué nosotros vamos a ser presidentes, ministros o diputados? No necesariamente, pero… ¿por qué no? Significa que nos podemos implicar de tal manera que y nos tenemos que imaginar que somos los que nos movilizamos reivindicando, pero también somos los que construimos el poder para en el estado, con el estado. Construyendo la acción política del estado que decide asignar recursos a los sectores populares. Poder ponernos también del otro lado de ese mostrador real e imaginario que durante años el neoliberalismo construyó como una frontera frente a lo corrupto o en todo caso lo ajeno, lo que debían asumir otros, fueran dictadores, fueran “políticos profesionales”, fueran “los corruptos de siempre”, “el aparato”. Esto implica romper esa línea-mostrador y considerar que el otro lado del mostrador también es nuestro. Y que no se trata de un mostrador sino de una frontera política que hay que atravesar en un viaje de construcción de poder popular Puede ser nuestro. Y sobre todo, que ha sido efectivamente nuestro: es la experiencia singular de los sectores populares de nuestro país, que cuaja en torno al largo trayecto del peronismo. Estamos ante el desafío de poder pensar las políticas públicas no sólo como algo que exigimos y reivindicamos, sino como algo que nosotros como miembros del colectivo politizado podemos hacernos del Estado. Esto implica ser militantes o comprometerse en movimientos y organizaciones sociales, pero también (y es algo que nos cuesta) involucrarnos partidariamente y ponernos del lado de los que ejercen el poder, de manera real, y no de los que sólo reclaman o demandan. Cambiar nuestra posición relativa respecto de lo que es el poder y ver el lado de adentro ejerciéndolo. Esto supone poder asumir las políticas públicas como una construcción colectiva que no se piensa desde ese mapa mental que nos han enseñado donde de un lado está el Estado y del otro están los movimientos sociales, la sociedad civil y lo que se suele llamar “la gente”. Ese esquema que, de manera a veces sutil y a veces brutal, nos niega la política. Esquema con sus versiones de izquierda que básicamente dice: “acá están los movimientos sociales que son buenos, acá está el Estado al que le pido, y acá están los partidos que nos traicionan”. Ese esquema no nos sirve a nosotros. Pero, más que declararlo, podemos decir que en la experiencia concreta de la Argentina, en nuestra historia, objetivamente, hay otra vivencia de otro camino y otros resultados, muy contundentes, de esa experiencia. Y podemos argumentar fuerte que esa larga y ancha experiencia tuvo todos los problemas que tuvo, justamente porque hizo carne en las mayorías, para las mayorías, una vivencia de felicidad colectiva que está marcada a fuego en la memoria colectiva de los sectores populares.

Fuente: Centro Mapas pedagogía/política www.mapas.org.ar nestorborri@gmail.com

EN REPUDIO

EN REPUDIO A LAS AMENAZAS A FAMILIARES Y AMIGOS DE LUCIANO ARRUGA

En estos últimos días, varios integrantes del grupo de Familiares y
Amigos de Luciano Arruga, hemos sido víctimas de una seguidilla de
amenazas. Comenzaron en la casa de Mónica, mamá de Luciano, cuando
alguien introdujo por la ventana una madera en brasa y la colocó entre
unas frazadas apiladas que estaban al alcance.

El siguiente episodio ocurre a los pocos días, cuando un policía en un
patrullero de la comisaría (o mejor dicho, aguantadero) de Lomas del
Millón, toca el timbre en la casa de un amigo íntimo de dos
integrantes de nuestro grupo (a quienes elegimos no nombrar por
razones de seguridad); luego de preguntarle si los conocía, le
transmite un mensaje para ellos: que desaparezcan por dos meses porque
van a terminar mal.

El último hecho tuvo lugar en el barrio 12 de Octubre, cuando uno de
nuestros compañeros repartía cuadernos a los chicos. Un patrullero de
la misma comisaría se detiene (en él había dos efectivos, uno de los
cuales está implicado directamente en la causa de Luciano) e
intercepta a nuestro amigo. Le pregunta su nombre, su domicilio, le
pide los documentos e intenta subirlo al patrullero, como él se niega
es empujado violentamente y golpeado contra el vehículo. Al mismo
tiempo carga su arma a la vista de todo el barrio. No fue llevado
gracias a la intervención de algunos vecinos y de Mónica (mamá de
Luciano). Posteriormente estos policías increpan a los vecinos que
defendieron a nuestro amigo, siendo coherentes con sus actitudes
represivas, mafiosas y violentas.

Nuestra intención es dejar claros estos hechos, ya que estamos
hablando de amenazas directas a nuestros compañeros, cuyas denuncias
judiciales ya fueron realizadas. Lo más importante ahora, creemos, es
la mayor difusión posible de este comunicado para generar la
repercusión que esperamos y sentar precedente sobre estos hechos,
creemos que es una forma de estar más protegidos. Nuestra lucha es
inclaudicable y no daremos ni un paso atrás, las amenazas son un
mecanismo habitual de la mafiosa policía y las hemos recibido desde el
primer día de nuestra lucha; no nos detienen ni nos asombran.
Por eso volvemos a decir:

FUERA LA POLICIA DE NUESTROS BARRIOS!
CIERRE DEL DESTACAMENTO DE LOMAS DEL MIRADOR!
APARICIÓN CON VIDA DE LUCIANO ARRUGA YA!
Familiares y Amigos de Luciano Arruga

Un largo camino hasta conseguir justicia


Hubo muchos momentos de frustración, pero también con varios logros, como cuando en mayo de 2006 el Congreso resolvió cortar su carrera política por “inhabilidad moral”. Hasta ayer, Patti se defendía diciendo que no tenía condena.

“Es que no tiene ninguna condena”, repetían diputados, políticos y juristas autodenominados progresistas y de derecha cuando el Congreso debatía sobre las condiciones que debía tener la impugnación a la banca con la que aspiraba a consolidar su impunidad. Pero fracasó por “inhabilidad moral”, y así llegó finalmente al banquillo que debió haber ocupado muchos años antes. Fue un larguísimo camino para los familiares de sus víctimas, que tuvo momentos de desazón y también de festejo, como aquel 23 de mayo de 2006, cuando el Parlamento truncó para siempre su carrera política. Candidato en campaña o impugnado, diputado electo o inhabilitado, libre o preso, en una cárcel o en una clínica, durante la última década cada uno de estos dilemas hacía fluctuar su estado de ánimo. No pudo ser por los asesinatos de Cambiaso y Pereyra Rossi, ni tampoco por las torturas a Bárzola y Guerrero, pero es probable que todos los parientes de sus víctimas hoy sientan que su dolor pesa un poco menos.

Durante aquel proceso en la Cámara de Diputados, el desfile de testimonios del horror generado por Patti evidenció su abultado historial delictivo y mostró que durante la dictadura tuvo predilección por el acoso a militantes justicialistas y delegados sindicales. Alias “el Loco”, era apenas un oficial de calle en 1975 cuando fue elogiado por sus superiores, que pertenecían al círculo íntimo de Ramón Camps, por su ferocidad. En su legajo policial hay trece sumarios por apremios ilegales, atentado, resistencia a la autoridad y cuádruple homicidio en riña, privación ilegal de la libertad, hurto, tentativa de robo, abuso de armas y tenencia de arma de guerra.

En 1976 estuvo imputado por la aplicación de tormentos al detenido Julio Di Battista, pero fue sobreseído. Al año siguiente fue acusado por fusilar a tres jóvenes que jugaban al metegol. El hecho fue revelado por el diario El Actual, que dirigía Tilo Wenner, quien permanece desaparecido. En 1983 estuvo detenido por el asesinato de los militantes Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi. Tras enormes presiones, el juez que lo había encarcelado cambió su posición y lo sobreseyó. La Cámara de San Nicolás confirmó aquel sobreseimiento, pero consignó que los testigos habían modificado “extrañamente” sus dichos.

En enero de 1990, una comisión policial encabezada por Patti mató al joven Luis Selaye en Garín. En las manos del muerto apareció un revólver calibre 38 que según el policía Isabelino Miño estaba “en el despacho de Patti con anterioridad, porque siempre hablaba de que debía ser utilizado para justificar su presunto enfrentamiento”, tal como publicó este diario en enero de ese año. El ex comisario tampoco fue procesado por este caso de gatillo fácil. El 4 de octubre de 1990, Patti se entregó luego de estar prófugo siete meses y quedó detenido por torturar a los presos comunes Miguel Guerrero y Mario Bárzola. La Corte Suprema bonaerense comprobó el paso de corriente eléctrica por el cuerpo de ambos. El ex comisario daba las órdenes durante una sesión que incluyó “submarino seco” sobre un elástico. “Traé la batería”, fue una de las indicaciones que dio. Patti recusó al juez que lo había procesado y cinco años más tarde fue absuelto por prescripción. Al poco tiempo sería electo intendente de Escobar, pero ya había hecho campaña como “investigador” del caso María Soledad en Catamarca, enviado en 1991 por el ex presidente Carlos Menem.

Pasaban los años y crecía su impunidad. Estuvo cerca del banquillo más de una vez de no haber mediado un juez que cambió su sentencia, una Cámara que declaró la prescripción y veinte años de parálisis por las leyes de impunidad. La mayoría de sus víctimas están muertas o desaparecidas, sus familiares y los sobrevivientes fueron amedrentados por el poder que acumuló el represor, que además persiguió a funcionarios judiciales con falsas denuncias. Por eso al momento de reclamar su banca, Patti podía invocar su presunción de inocencia, que jamás argumentó porque, al ser indagado, se quedaba callado. Sin embargo, luego de la impugnación en el Congreso y, sobre todo, luego de su detención en noviembre de 2007, se activaron los expedientes que lo llevaron a la primera condena, la de ayer.

Desde la cárcel se permitió proclamarse “preso político” y “proscripto”. También mentía Patti cuando vociferaba que no tenía causas abiertas, porque estaba procesado por encubrir a un represor que estaba prófugo en la causa de la Contraofensiva. Y estaba pendiente la reapertura del caso Cambiaso-Pereyra Rossi a pedido del fiscal Juan Murray, quien recordó que Patti confesó en 1983: “Yo los maté en un enfrentamiento”. Pero en la causa, reabierta recién el año pasado, hay una prueba que indica que los fusiló por la espalda. Su prédica de “mano dura” le valió 400 mil votos en 2005, cuando compartió boleta con Chiche Duhalde, aunque a esa altura ya había hecho apología del delito y se había confesado torturador.

Juana Muniz Barreto tomó coraje de denunciar al asesino de su padre cuando vio los carteles de la campaña del Paufe (Partido Unidad Federalista). Pero Patti no habría llegado siquiera a los afiches si alguna vez la voluntad política hubiera alcanzado para sancionar alguno de los tantos proyectos de ley que hay en Diputados para inhabilitar el acceso a cargos públicos de represores. Ese era el argumento favorito de los funcionarios judiciales, que pateaban la pelota al Poder Legislativo para sacarse la “Patti” caliente de encima.

La abogada Ana Oberlin hablaba de terquedad, y sí, fue esa obstinación, junto a la firmeza de su colega Pablo Llonto, la vehemencia de los Muniz Barreto y los Gonçalves, la valentía de los testigos más recientes. Ellos y todos quienes conocían los detalles del prontuario de Patti aguantaron durante años con impotencia cuando les decían “pero no tiene condena”. Ahora dirán que la histórica sentencia de ayer aún no está firme, porque falta la confirmación de las Cámaras y, eventualmente, de la Corte Suprema. Pero ya tiene condena, que no es poco.

Fuente: Adriana Meyer Pagina 12

La Argentina ahora es un país más seguro


El ex policía y ex intendente de Escobar recibió prisión perpetua a ser cumplida en un establecimiento del Servicio Penitenciario. Reynaldo Bignone, Santiago Omar Riveros y Martín Rodríguez fueron condenados a la misma pena. A un quinto acusado le dieron seis años.

Final del formulario

Por Victoria Ginzberg

Los brazos se unieron en los respaldos de las sillas. Los hermanos Gastón y Manuel Gonçalves, Juana, Diego y Antonio Muniz Barreto, Soledad D’Amico y sus abogados formaron un lazo que los contenía a todos. Cuando la jueza Lucía Larrandart terminó de leer el fallo, se miraron entre ellos, intentaron secarse las lágrimas que seguían apareciendo, se pararon y se abrazaron. La presidenta del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín acababa de anunciar la condena de Luis Abelardo Patti, Reynaldo Benito Bignone y otros tres represores por los secuestros, tormentos y asesinatos de sus padres.

Patti, Bignone, Santiago Omar Riveros y Martín Rodríguez recibieron prisión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua más accesorias legales y pago de costas. Al quinto acusado, Juan Fernando Meneghini, le tocaron seis años. Meneghini fue comisario de la 1a de Escobar durante la última dictadura, pero el tribunal consideró que no había tantas pruebas en su contra y no lo culpó por homicidios o tormentos. Más allá de este dato, que los querellantes evaluarán si apelarán o no después del 5 de mayo, cuando conozcan los fundamentos, los abogados, fiscales y familiares de las víctimas se retiraron satisfechos del auditorio Hugo del Carril, en José León Suárez, donde se realizó el juicio.

El dato clave de la decisión judicial de ayer, que fue aplaudido tanto o más que las condenas, lo aportó la jueza cuando comunicó que “el cumplimiento de la pena impuesta a todos los acusados se llevará a cabo en un establecimiento del Servicio Penitenciario Federal” y anuló en el acto la prisión domiciliaria de Meneghini. El policía era el único de los acusados que estaba en la sala cuando se leyó la sentencia. El resto habría optado por permanecer en una habitación contigua. No se informó si Patti llevaba puesto su disfraz de enfermo terminal –que incluye un cuello ortopédico y una camilla– que lució las pocas veces que se dejó ver durante el juicio. El ex intendente de Escobar está actualmente alojado en la clínica Fleni de esa localidad, donde, se supone, se repone de un accidente cerebrovascular. Según se desprende del fallo, el represor podría seguir internado, pero en prisión. Una opción podría ser Ezeiza, donde hay un centro de salud nuevo.

“Es un show para victimizarse. Tiene algo, pero no es un cuadro de la gravedad que quiere mostrar”, opinaron los fiscales Augusto de Luca y Marcelo García Berro, que junto con Juan Murray fueron los delegados de la Procuración en este juicio y se fueron con la satisfacción del deber cumplido.

“Es un cobarde, como lo demostró todo este tiempo y cuando aparece con la camilla me da vergüenza ajena”, dijo a Página/12 Manuel Gonçalves apenas bajó del estrado. Lo importante para él, en ese momento, era cosechar: “Esto es fruto de tanto esfuerzo y peleas, como nos enseñaron las Madres y las Abuelas, porque aunque hubo momentos de derrota, nuestro objetivo era llegar a este día, en el que un tribunal dicte sentencia. Siendo uno de los protagonistas del avasallamiento de la democracia, Patti usó las instituciones para sostener su impunidad. Tuvimos que trabajar el doble que en otros casos. Nos insultaba a todos queriendo ostentar cargos públicos. Y no hay que olvidarse que sus alianzas políticas, por ejemplo con el duhaldismo, llegan hasta hoy”.

Tanto los familiares de las víctimas como los abogados Ana Oberlin y Pablo Llonto destacaron el largo camino que tuvieron que atravesar para que Patti sea condenado. “Fue un caso muy difícil, más complejo que otros, tuvimos que pelear para que no sea diputado, ni candidato, tuvimos amenazados a un montón de testigos. Hasta la prueba, que parecía complicada, se demostró que era contundente”, manifestó Oberlin.

“Es un día histórico. Esto es un alivio y fortalece a la democracia. Patti es un emblema, es tan asesino como los demás, pero se sustrajo a la Justicia y engañó a la sociedad. Ahora se terminó de derribar esa patraña que alguna gente creía, ahora ya nadie le puede creer, salvo los que sean como él o les convenga”, dijo a Página/12 la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, mientras se sacaba una foto con dos muchachas que la abordaron con una cámara digital. Mientras intentaba salir del auditorio y antes de que se acercara otro grupo cámara en mano, agregó: “Cárcel común y cadena perpetua son dos frases para poner en bronce. Es un triunfo del pueblo”.

Víctimas, testimonios, pruebas

Patti, Bignone, Riveros y Rodríguez fueron condenados por los secuestros, aplicación de tormentos y asesinatos de Gastón Gonçalves y Diego Muniz Barreto; el secuestro, aplicación de tormentos y tentativa de homicidio de Juan Fernández, las desapariciones de Carlos Souto y Luis y Guillermo D’Amico y la detención ilegal de Osvaldo Arriosti.

El ex diputado Muniz Barreto y Fernández, que era su secretario, fueron secuestrados en Escobar en febrero de 1977. Los llevaron a la comisaría de la zona, a la Unidad Regional Tigre y finalmente a Campo de Mayo. De allí salieron el 5 de marzo en un Fiat 128 adormecidos con alguna sustancia. Fueron arrojados con el auto a un arroyo cercano a Raíces Oeste, en Entre Ríos. Muniz Barreto murió, pero Fernández sobrevivió y antes de irse al exilio dejó su testimonio ante un escribano público.

Patti está implicado en este caso desde el principio. La ex esposa de Muniz Barreto lo denunció en 1977. Así figura en una presentación hecha ante la Nunciatura por la mujer. Un amigo de la familia declaró en la causa que el 17 de febrero se entrevistó con un hombre que dijo venir de parte de Muniz Barreto (era familiar de un preso de la comisaría de Escobar) que le entregó una nota de puño y letra del diputado que decía: “Movete rápido, estamos en Escobar. Nos detuvo el suboficial inspector Luis A. Patti”. Muniz Barreto mandó dos mensajes más de este tipo que llegaron a la familia y a su empresa. Según el informe del personal de la comisaría de Escobar, Patti fue promovido el 7 de marzo de 1977, un día después del asesinato de Muniz Barreto.

Los secuestros de Souto, los hermanos D’Amico y Arriosti se produjeron en 1977 en la zona de Garín. Arriosti sobrevivió a su cautiverio e identificó a Patti como uno de los hombres que lo capturó.

Gonçalves fue secuestrado el 24 de marzo de 1976 en Zárate. Dos testigos narraron que estuvieron detenidos con él en un camión celular ubicado detrás de la comisaría de Escobar, donde Patti cumplía funciones de oficial subinspector. El 2 de abril de 1976 el cadáver de Gonçalves fue dejado en el paraje El Cazador, en la ruta 4. Lo habían fusilado y después incinerado. Veinte años más tarde, el cuerpo, que estaba enterrado en el cementerio de Escobar como NN, fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Unos meses antes de su secuestro, Gonçalves y su mujer habían discutido con Patti a raíz de la organización de un acto en Escobar. “Ya vas a ver lo que te va a pasar. Te voy a hacer matar”, lo amenazó el policía.

Patti, representado por Silvio Duarte y el ex juez Alfredo Bisordi, intentó mostrarse como un “perseguido político” pero testimonios y pruebas documentales desarmaron su estrategia. Durante el juicio, por ejemplo, se presentó un volante elaborado en 1975 por la Juventud Peronista –que terminó archivado en la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires– en el que se denunciaba que en la comisaría de Escobar “se atropellaba la dignidad humana” y se mencionaba al oficial “Patti” como uno de los “siniestros personajes que llevan a cabo estos bestiales hechos”.

Canciones

Los acusados tuvieron la posibilidad de decir sus “últimas palabras” por la mañana. Hicieron uso de su derecho Bignone y Rodríguez. El primero aprovechó para criticar a Carlotto, que había narrado, en la causa sobre el plan sistemático de apropiación de bebés, dos encuentros que tuvo con él. “Me arrepiento de haberle abierto mi casa y mi corazón”, dijo el represor. Carlotto contestó después: “No dijo que se arrepentía de los crímenes que cometió”. Rodríguez, que hasta febrero del año pasado fue profesor en la Universidad Católica de Salta, hizo un largo alegato político que hasta incluyó una queja porque no se había sancionado el 82 por ciento móvil para los jubilados, lo que provocó la risa del público.

La condena a Rodríguez fue ponderada por Llonto. “Hace mucho sabíamos que había un represor al que llamaban ‘Toro’, pero recién el año pasado pudimos identificarlo y ya está condenado. Debe ser el caso que más rápido se resolvió”, señaló.

Juana Muniz Barreto apretaba dos pulseras de mostacillas de colores y pelo de elefante. Se las trajo su papá de Africa, cuando viajó para escapar de persecuciones de la Triple A y las levó al juicio también el día que declaró. Ante las cámaras de televisión que la abordaban después del fallo contaba que ahora le toca hacer de mamá. “Tengo dos hijos y no creo haber sido mala madre hasta ahora. Les dejo el legado de pelear por lo que uno cree justo, pero hasta ahora estuve muy dedicada a mi papá. Ahora es el momento de mis hijos.”

Cuando Larrandart leyó la decisión que ella y sus colegas Horacio Segretti y María Lucía Cassain habían tomado, en el auditorio se escucharon aplausos y gritos. Muchos “bravo” y algún “vamos Argentina”. Se alzaron decenas de fotos en blanco y negro de desaparecidos vistos en Campo de Mayo y se entonó el clásico “Como a los nazis, les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. Afuera se habían montado dos pantallas gigantes y un escenario al que luego subirían Los Auténticos Decadentes. Allí, mientras hablaba la jueza, se escuchó una canción compuesta especialmente para la ocasión: “Miren, miren que alegría/ miren, miren qué emoción/ Luis Abelardo Patti se pasea en tanga por el pabellón”.