lunes, 8 de julio de 2013

Arte como producto social.




"Todo arte es un producto social. Pero no un producto de la sociedad humana en abstracto, desprejuiciada de tiempo y lugar, sino un producto de una sociedad determinada en un determinado momento de su desarrollo histórico. [...] Cada pueblo, en cada período, ha engendrado un tipo de arte que le es propio y que responde a las peculiaridades de toda índole, conformadoras de su realidad. Los estilos se han modificado en estrecha vinculación con los cambios estructurales de la sociedad que los origina. Las más representativas creaciones artísticas de la humanidad expresan, de manera inequívoca, el espíritu total del medio en que nacieron. Así por ejemplo, en la catedral gótica se halla implícita la concepción religiosa del universo, propia de la Edad Media. Las pirámides egipcias son un símbolo directo de la rígida estratificación social en el Egipto de los faraones. Las descarnadas figuras de El Greco testimonian genialmente la atmósfera mística del Toledo inquisitorial. Y el arte del Renacimiento italiano refleja, antes que nada, el retorno a los valores terrenales, determinado por el ascenso de la burguesía con su nueva visión del mundo. Este sincronismo entre las variaciones estilísticas del arte y las nuevas estructuras sociales que el desarrollo histórico va engendrando se explica por el hecho de que el arte es un producto del quehacer humano. Y como el hombre se conforma, fundamentalmente, según los elementos sociales que gravitan sobre él, lógico es que al expresarse artísticamente, si lo hace en un sentido profundo y con sinceridad, dé expresión inevitable al medio que lo rodea."

Ricardo Carpani - "Arte y Revolución en América Latina"

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