martes, 16 de marzo de 2010

A Modo de Editorial

A Modo de Editorial

Podemos decir y hacer o podemos pensar y decir sin hacer o realmente pensar-decir y hacer; la cuestión es que: no se puede cerrar ningún debate sin coherencia ideológica y metodológica, acorde a la situación coyuntural, pero con una mirada de profundidad y de proyección. En esto se juegan muchos intereses que se enfrentan y se contraponen, lo público y lo privado, lo mío y lo de todos, o lo de todos para unos pocos. Así emerge la exclusión en términos de ideas aplicadas a recetas socio-políticas y económicas, que van separando, disgregando a los seres y a la sociedad, esta se nutre de desigualdad e injustamente de exclusión.

La exclusión es más que eso, es más que quedarse afuera de la vida social, es perpetuarse en una existencia, sin ninguna resistencia de lo que nos ocurra, sin tiempos, sin días, ni noches, en sí, todo es parecido a morir en una continua secuencia que parece no terminar nunca.

Un poco de pan en la senda de la vanidad, de tantos que ni conocen el barro y el dolor y que hablan desde sus panzas llenas de caviar y don periñong. En una estupenda carga de palabras, que resuenan en el vacio apestado de maderas y escombros, camiones y topadoras en medio de una oscuridad perpetua, venta de despojos de lo arrebatado a las míseras casitas del Dorado.

Es inentendible, la postura de ciertas ideas, de que es el progreso; pareciera que para ello hay que exterminar a los pobres, en vez de generar una política pública: que iguale, que potencie la defensa de los derechos humanos, que incluya desde lo laboral y desde un lugar de dignidad social para el sujeto. ¿Esto es tan difícil de entender?

La exclusión es un arma que destruye cualquier ser viviente y lo reduce a penas y nada. Se abalanza y se apropia de la vida en una comisaría, en un boliche, en una esquina empacada, un revolver, una patrulla, la pizza, los cero setenta y cinco que ya salen un peso y la virgen llorando en la calle. Todo es una conclusión dentro de la pura exclusión, la leche derramada, los cortes de la abundancia son una vergüenza, las carpas del congreso, los legisladores y el queso, tu peso, mi peso y el hueso.

A esto se le debe dar con solidaridad, con verdad, con justicia social, y sobre todo con conciencia de que somos protagonistas de la historia y no meros espectadores, caminemos juntos hacia una verdadera independencia.

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